PROMOCIÓ 2017: VALORS SOCIALS I CÍVICS

DONDE ESCONDER EL PRECIADO TESORO

En el principio de los tiempos, se reunieron varios diablillos para poner en marcha una travesura a las personas. Uno de ellos propuso: - Deberíamos quitarles algo bueno, pero el problema es qué le quitamos. Después de mucho pensar dijo uno: - Ya sé, podíamos quitarles la felicidad aunque el inconveniente es que tenemos que pensar dónde esconderla para que no puedan encontrarla… El primero de los diablillos opinó: - Podíamos esconderla en la cima del monte más alto del mundo. Inmediatamente un tercer diablillo contestó: - No, recuerda que tienen fuerza y habilidad suficiente para escalar los montes más altos y podrían encontrarla. Y desde el momento que alguien la localice, todos lo sabrán. Entonces, propuso otro diablillo: - ¡Podemos esconderla en el fondo del mar! Pero otro más replicó: - No, recuerda que tienen una gran curiosidad, es probable que fabriquen dispositivos que les permitan bajar a grandes profundidades y encontrarla… Al fin, otro dijo: - Pues escondámosla en un planeta alejado de La Tierra. Pero enseguida le respondieron: - No, recuerda que son muy inteligentes, y pueden construir naves que les permitan viajar a otros planetas y la pueden descubrir…, entonces todas las personas tendrán la felicidad. Había un diablillo que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de sus compañeros. Habiendo analizado muy bien todas ellas, tomó la palabra: - Creo saber dónde colocarla para que nunca la encuentren. Todos se dieron la vuelta asombrados y preguntaron al mismo tiempo: - ¿Dónde? El diablillo respondió:

(Escribe a continuación dónde piensas tú que propuso esconder la felicidad el avispado diablillo, de modo que a todos les pareció una brillante idea)

Reflexiona sobre las siguientes cuestiones y escribe brevemente una respuesta: ¿Qué es la felicidad para ti? ¿Cómo conseguirla?

HISTORIA PARA PENSAR: EL ANCIANO Y EL CABALLO BLANCO

En una aldea vivía un anciano muy pobre pero envidiado hasta por reyes porque poseía un hermoso caballo blanco. De hecho hubo reyes que le ofrecieron cantidades fabulosas por el caballo, pero el hombre decía: “Para mí, este caballo representa tanto como si fuese una persona, y ¿cómo se puede vender una persona?”… En definitiva, era un hombre muy pobre, pero nunca vendió su caballo. Una mañana descubrió que el caballo no estaba en el establo. Todo el pueblo comentaba la noticia más o menos en estos términos: “Pobre viejo, qué estúpido, sabíamos que algún día le robarían su caballo, hubiera sido mejor que lo vendiera, ¡qué desgracia!” “No vayáis tan lejos –les dijo el anciano -, simplemente decid que el caballo no está en el establo. Éste es el hecho, todo lo demás es un juicio vuestro. Si es una desgracia o una suerte, yo no lo sé, porque esto no es nada más que un fragmento, ¿quién sabe lo que va a suceder mañana?” La gente se rió de sus palabras. Ellos siempre habían sabido que estaba un poco loco. Pero pasados quince días, una noche el caballo regresó. No había sido robado, sólo se había escapado. Y no sólo esto, sino que trajo consigo una docena de caballos salvajes. La gente del pueblo de nuevo murmuraba diciendo: “Tenías razón viejo, no es una desgracia sino una verdadera suerte”. “Cuidado, que quizá estáis yendo demasiado lejos –comentó el anciano. Decid sólo que el caballo ha vuelto…,¿quién sabe si es una suerte o no?, esto es sólo un fragmento, estáis leyendo apenas una palabra en una oración. ¿Cómo podéis juzgar el libro entero?” Esta vez la gente no pudo decir mucho más, pero por dentro sabían que estaba equivocado, ¡nada menos habían llegado 12 hermosos caballos!... El anciano tenía un único hijo que comenzó a entrenar a los caballos. Una semana más tarde se cayó de uno de ellos y se rompió las dos piernas. La gente de nuevo hacía comentarios: “Vaya, viejo, tuviste razón, era una desgracia. Tu único hijo ha perdido la posibilidad de caminar y, a tu edad, él era el único sostén. Ahora estás más pobre que nunca”. “Estáis obsesionados con juzgar –replicó el anciano-, ¡no vayáis tan lejos! Sólo decid que mi hijo se ha roto las dos piernas. Nadie sabe si es una desgracia o una fortuna. La vida viene en fragmentos y nunca se nos da más que esto”. Sucedió que pocas semanas más tarde, el país entero entró en guerra y todos los jóvenes del pueblo fueron llevados al ejército por la fuerza. Sólo se libró de ello el hijo del anciano porque estaba lesionado. El pueblo entero lloraba y se quejaba porque era una guerra perdida de antemano y sabían que la mayoría de los jóvenes no volverían. Fueron a ver al viejo y le dijeron: “¡qué razón tenías, viejo, era una fortuna, aunque lesionado, tu hijo aún está contigo, los nuestros se han ido y quizá para siempre…” “Nadie sabe –dijo el anciano-, sólo decid que vuestros hijos han ido obligados a unirse al ejercito y que el mío no ha sido obligado. Sólo el Todopoderoso sabe si es una desgracia o una suerte que así suceda”. El viaje jamás termina, un camino concluye y otro comienza, se cierra una puerta y se abre otra. Alcanzas una cumbre, pero siempre hay otra más alta. Sólo lo que son tan valientes como para no preocuparse de la meta y contentarse con el viaje, con vivir el momento y crecer con él, sólo esos son capaces de caminar felices.

Reflexiones:

1. ¿Qué ideas te sugiere esta leyenda?

¿Qué es lo que más te ha llamado la atención en ella?
¿Cómo interpretas la actitud de su protagonista, cómo la valoras? ¿En qué medida te ves representado/a en esta actitud?
¿En qué medida estas de acuerdo con su actitud? La idea fundamental de esta historia, desde nuestro punto de vista, es la de evitar conclusiones precipitadas, para bien o para mal, ante situaciones que nos suceden, sean éstas positivas o negativas. La persona tiende a juzgar, a interpretar, porque permanecer en un proceso ambiguo y tolerar la incertidumbre es siempre incómodo y desagradable. Hay quien opina que la actitud tan escéptica del anciano es poco deseable, ya que si bien no parece padecer, tampoco vibra de emoción cuando las cosas le van bien… Es importante que las personas tengan ocasiones para pensar por sí mismas sin anticipar una interpretación.